Sportivo Villa Ballester - 125 años de historia(s)

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Por Nicolás Rey**

Hoy 1ro. de julio de 2025 el Club Sportivo Villa Ballester cumple 125 años de historia. Esto lo convierte en uno de los clubes activos más viejos de la República Argentina. Y para conocer un poco más de su historia, este año compartimos una nota de Nicolas Rey, quien acerca “reveladora información sobre los comienzos del Club, con la llegada de irlandeses al barrio”, en aquellos años del arribo del ferrocarril a la villa.

La institución nació de la mano de la fundación del pueblo de Villa Ballester, por lo que la frase “nunca viviste en Ballester si no fuiste al Sportivo” tiene mucho de cierta.

Pero vayamos a sus orígenes. A través de una breve y pequeña investigación he podido dar con datos que nos arrojan luz sobre aquellos primeros vecinos, aquella primera comunidad que se vio en la necesidad de agruparse en busca de un bien común. 


El ferrocarril, los ingleses y el football

En 1876 se inauguró el ferrocarril Buenos Aires - Campana que contaba con una estación en el pueblo de San Martín. Vista la oportunidad, Pedro Ballester cedió parte de sus tierras a la empresa -que ya había sido adquirida por el inglés Ferrocarril Central Argentino- y fomentó un primer loteo en los alrededores de la actual Plaza Mitre: así nació Villa Ballester en 1889, contando con su propia estación recién hacia 1896. 

Con la estación arribaron inmigrantes y criollos que encontraron tierras baratas para labrar y un medio de transporte accesible para trabajar en la Capital Federal. Pero también llegó el personal del ferrocarril: ingenieros, maquinistas, señaleros. La mayoría oriundos de Inglaterra, por lo que trajeron sus costumbres: el té de las 5, el golf, el tenis y el football.

Hasta aquí, una historia conocida. 

Pero viajemos a Carlow, Irlanda, a mediados de 1850, pues allí nació nuestro personaje principal: Daniel Mac Maney, o simplemente, Mack. Este irlandés, sastrero de profesión, se casó con Elizabeth Nolan y tuvieron tres hijos en la isla antes de zarpar hacia Buenos Aires en busca de una vida mejor a fines de 1880. Acá, tuvieron otros ocho.

Daniel encontró trabajo como sastrero en la recientemente inaugurada tienda escocesa de trajes James Smart, donde conoció muy probablemente al escoces Juan Pearson. Además de esta amistad, tenían un gusto en común: el football. Y viendo un partido en San Martín, probablemente un match del San Martín Athletic - fundado en 1899 por empleados del FFCA -, desearon tener su propio equipo, su propia cancha y su propio club.

Así, Daniel (39) junto a sus hijos y Juan (24) junto a sus hermanos fundaron el 1ro de julio de 1900 el “Club Atlético de Villa Ballester”. Los colores elegidos fueron pantalón blanco y camiseta blanca cruzada en diagonal, de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo por una franja de color violeta, probablemente en alusión a la cruz de San Andrés. De todas maneras, al año siguiente ya se cambió por los colores actuales del Club.

Esta información que aquí exponemos sobre los miembros fundadores del Club es reveladora, ya que muestra presencia irlandesa en tierras ballesterenses. Se suma por ejemplo a la de la educadora Katherine Boyle, que cuenta con una calle con su nombre en la ciudad de San Martin (Catalina Boyle).

Si bien la relación laboral entre Daniel y Pearson es hipotética, a partir de la escasa pero contundente información con que contamos, podemos decir que lo más probable es que hayan compartido rutina en James Smart.  

Haciendo un club (1900-1910)

Mac Maney aportó la primera pelota y parte de su residencia como “secretaría”, ubicada en la esquina de República y Lavalle. No tenían campo propio, por lo que fueron ocupando diversos baldíos de Villa Ballester donde oficiaban los partidos de local. 

En la asamblea de 1902, dos vecinos y aficionados del Club llamados Ángel Maiello y Benito Monpelat, pidieron ser reconocidos como miembros fundadores. Así fue votado y por eso sus nombres figuran como agregados en el Acta Fundacional.

A medida que el barrio crecía y los lotes se vendían, debieron mudarse. En 1904 se instalaron en la esquina de Ituzaingo e Independencia, donde construyeron una pequeña casilla de madera y techo de zinc -desmontables y muy comunes en la época- que ofició de secretaría y vestuario. Monpelat contaba que antes carecían de una estructura, por lo que los vestuarios eran sólo una lona donde las duchas se cargaban con baldes. Las señoritas, siempre estuvieron allí sirviéndoles el té a los jugadores; en 1904 el Club formó su primera comisión de “señoritas”.

Esta fue la época futbolistica más gloriosa del Club. En 1905 se encontraba afiliado a la III división de la Argentine Football Association (antecesora de la actual AFA) jugando contra equipos como River Plate, Gath y Chaves (¡el verdadero clásico sastrero!), Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, Alumni III y Racing Club. A River le ganó de visitante en su antigua cancha de Dársena Sur y luego lo eliminó de la Copa Competencia -una especie de torneo a eliminación directa entre los equipos de la división- con gol de Benito Monpelat. Llegaría a la final contra Alumni, donde perdieron en tiempo suplementario. Pero tal vez lo más llamativo es que el primer partido de la historia de Racing Club fue durante aquel torneo y precisamente contra el equipo de Barbieri, Pearson, Monpelat, Franzoni, Mac Maney, Fiorito y compañía: “la acadé” perdió 2-0 en Ballester.

Pero la primera década del siglo XX no terminaría tan bien para estos futboleros. Daniel Mac Manney y su familia debieron retornar a Irlanda por cuestiones de salud de su mujer en 1907. A partir de allí, la firma de Pearson ya deja de verse en las actas y aparecen llevando adelante el Club los nombres de Monpelat, Franzone, Tancredi, Rodríguez y Fiorito. 

En la asamblea de 1910 dejaron constancia de que ya no tenían socios ni dinero para comprar nuevos materiales de entrenamiento. Además, habían mudado su campo a Villa Hué -frente a la estación de San Andrés-, por lo que se encontraban lejos de las casas de sus socios. De esta manera, el Club se desafilió de la Liga y quedó en stand by por dos años.

“¿Cómo se hace un club de nuevo?” (1912-1950)

Citando esta frase de Luna de Avellaneda, recordamos lo que habrán atravesado aquellos vecinos que querían seguir con su sueño del club propio. Una de las ideas más trascendentales fue la de Santiago Fiorito: en 1910 sugirió mudar la secretaría a un lugar más cercano a la estación, para que los vecinos puedan allí tomar, comer y jugar a algo. En 1914, Pedro Ballester les permite mudar la secretaría a un baldío de Villa Klein -actual Plaza Roca-. Y el Club comenzó a crecer de nuevo, oficiando de sede para obras de teatro, fiestas y actos patrios en aquel potrerito de Villa Klein rodeado de quintas.

En 1912 había vuelto a inscribirse en la liga ya bajo el nombre de “Club Sportivo Villa Ballester” a modo de renacimiento. En 1914 ganó la Copa Competencia, derrotando en la final a Liberal Argentino. 

Pronto el fútbol comenzó a estar en segundo plano ya que aparecieron otras disciplinas junto al crecimiento edilicio. 

Para 1924 el Club había dejado atrás el futbol por no poder sostener la profesionalización de los jugadores, esto dio paso a un boom de otros deportes que llevaron al Sportivo a la cima del reconocimiento nacional. Aquel año, el Club compró la residencia lindera a la ya obsoleta secretaría y fue transformando los espacios que ocuparían el resto de las disciplinas. Para la década del ’20 ya contaba con tres canchas de tenis, dos de bochas, una de pelota paleta, una de básquet y, para mediados del ’30, de un natatorio.

Su fundador, Daniel, retornó al país en 1910 pero quedó fuera de las comisiones del Club. Sin embargo, para mediados del 1920 aparece como el primer socio honorario. Murió en 1926.

El Sportivo luego de 125 años

Hoy el Club ha cambiado, como lo han hecho sus alrededores. Los vaivenes internacionales y nacionales golpearon con dureza a los clubes, sobre todo en los últimos 40 años. Las crisis financieras, los nuevos hábitos de esparcimiento y la pandemia han puesto a los clubes de barrio contra la espada y la pared,

Sin embargo, queda una enseñanza de lo que han atravesado quienes fundaron y habitaron el Club: el apego a lo propio y la perseverancia. 


**Nicolás Rey es vecino de Villa Ballester e historiador