Nota de opinión de Nestor Figarola*
TRUMP, paredón y … ¿después??





¿La suerte de la Argentina está atada a Donald Trump? ¿Las elecciones del 26/10 son determinantes del destino del país? ¿El CIUDADANO del conurbano bonaerense podrá volver a cargar la SUBE? Veamos:
* Trump expresó que está de acuerdo con el actual Presidente de la Nación y que condiciona su apoyo financiero al respaldo electoral que tenga en las próximas elecciones.
* El 26/10 se renueva la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio de la Cámara de Senadores, es decir que quien gane (aunque lo haga de manera amplia) no cambiará la manera de hacer política en el país. Habrá un mayor o menor número de diputados y senadores de un color u otro, pero el Presidente será Milei hasta el 10/12/2027 y deberá seguir negociando con los gobernadores provinciales, los jefes de bloques parlamentarios y todo aquel que mantenga una cuota de poder en la sociedad.
* ¿Si el dólar vale 1.500 o 3.000, depende de Trump? Definitivamente no. La cotización del dólar es un precio más dentro de la economía. Vale como referencia respecto del deterioro del poder adquisitivo de nuestra moneda y del grado de competitividad que podamos tener para exportar e importar, pero al remisero de Llavallol lo que le importa no es cuánto vale el dólar, sino cuantos pasajeros utilizarán sus servicios para poder llegar a fin de mes.
La economía es una ciencia social y como tal depende de las variantes múltiples que le plantea la sociedad; así las cosas, depende de la confianza que puedan transmitir los gobiernos de turno.
¿Es casual, entonces, que tengamos ciclos continuos de inflación y recesión? No. Eso sucede porque cada gobierno cree que es fundacional, que sus recetas son las únicas y que no requiere del resto de la sociedad para llevar adelante sus planes de gobierno. Así nos va.
La estabilidad económica depende de la confianza de sus actores en el rumbo que se fija desde el Estado y que (a manera de contrato) los ciudadanos están dispuestos a consentir.
¿Por qué compramos dólares? Porque no creemos en otra cosa. ¿Por qué dependemos de factores externos? Porque no podemos concretar políticas de Estado que trasciendan al gobierno de turno. Y así, no importa cuántas veces nos den préstamos millonarios, día a día cada ciudadano tratará de asegurarse su futuro comprando la cantidad que pueda de dólares, en los modos que el Gobierno de turno se lo permita.
Al momento de emitir nuestro voto, pensemos que lo que ponemos en la urna no hace que el dólar sea más caro o barato, o que la inflación se dispare a dos dígitos. Lo que expresamos en las elecciones es nuestra idea de Nación y, mirar en ese sentido -tal vez- nos acerque un poco más a ese país que todos aspiramos.
Ese aspiracional se ha alejado del progreso y nos queda la sensación de estar en un constante ciclo de retrocesos y supervivencia, pensando que en cualquier momento puede surgir un estallido que se lleve puesto lo poco o mucho que hemos podido conseguir. No debería ser así.
Pensar que nuestro voto del 26/10 define el futuro de la Nación es poner en un simple acto electoral un peso que no tiene. Nuestra economía mejorará cuando todos los actores confíen en el resto, cuando los gobiernos acepten que pueden recibir aportes de otros que piensan distinto o cuando definitivamente seamos capaces de entender que no existe progreso pensando de una manera unívoca.
* Vecino de Villa Ballester, contador UBA,
asesor del Banco Provincia, vocal plenario y militante de la UCR